lunes, 11 de diciembre de 2017

Regala afecto, no jaladas.

Debo confesar, que tengo escasos 6 años celebrando la navidad, vivir bajo el estigma satanizado que la navidad no es correcto, se dio al traste cuando mis hijos me hicieron mirarlo de otro punto. El ver a mis chamacos asombrados por un arbolito que prende y apaga sin importarles ni un sorbete que el medidor de luz cuantifique como loco, tambien es curioso, que yo nunca habia puesto atención en esos monitos que llamamos nacimiento, que a saber, tuve que comprar uno con caritas felices tipo "Prescious Moments" y explicarles lo que verdaderamente es eso que llamamos navidad. En verdad fue tierno ver sus expresiones de asombro, al conocer lo que fue el nacimiento de Cristo, lo que significa la estrella en medio de la noche y la llegada de esos Reyes que fueron a adorarlo y a reconocerlo como tal, en fin todo este significado, se ve opacado por un celebre personaje regordete, viejo, barbudo y colorado llamado Santa Claus.


La navidad, señores del jurado ya no representa esas posadas ancestrales donde la vecindad junta se reunia a celebrarla, calentandose la existencia con un rico ponche, recitando las famosas letanias, y terminar con una partida de piñata que no tenia dulces bocadin, bubalos, tottis,  o X marca se les ocurra, dentro de ella, si no mas bien nos daba una dosis de vitaminas con cuanta fruta le pudiera entrar. Ahora todo va adornado con un delicioso y suculento tequila, recitando las letanias como si fueran chistes de Polo-Polo, rompiendo una piñata en forma de personaje de Walt Disney, para terminar ebrios y bailando con el cd de la "Salsa que hizo Historia" y por si fuera poco los chamacos esperan con ancias la llegada de Santa Claus... 


A todo esto, Donde quedó Jesùs?.


En palabras de mi sabio maestro, sensei Asdrubal, diria que la "La navidad es la venganza de los comerciantes contra Jesus por haberlos echado del templo".  Y si, es verdad es la unica epoca del año donde consumir hasta la ultima gota del aguinaldo no nos preocupa (ya nos veremos en las filas del monte de piedad a mediados de Enero). Todo el cariño y las muestras de afecto tienen precio.


No me late para nada, que los medios masivos encabezados por la caja idiota, nos quieran meter por cada uno de los poros la idea, que en estas fechas hay union, paz y amor, cuando el calendario tiene 365 dias para demostrarlo, al contario señores, a demostrar todo lo que se siente, con tan solo una llamadita telefònica, un e-mail meloso o unos mensajitos en las redes sociales a nuestros congèneres y nuestras amistades, eso serìa mas sano y reconfortante. Los niños aprenden de lo que ven, y nuestras culturas se ven afectadas cada vez màs y mas triste ver que a nuestro Dìa de Muertos se Transforme en Halloween, que la navidad se recuerde con un Merrie Christmas, que nuestros sentimientos se vean hipòcritamente disfrasados solo por una fecha.


Ante esta dosis de pesimìsmo  escrito, debo reconocer que estas fechas tienen su lado bueno, todo comienza con el famoso maratòn "Guadalupe-Reyes" que como fieles seguidores del dios Baco, no podemos faltar, que me dicen del fin de año y su tragazón, un nuevo comienzo nos espera. una nueva oportunidad se nos brinda, unos nos dejaron y otros vendrán. Para su fiel amigo, es la fecha mas celebre de tiene Diciembre.


Aaaah y como olvidar los regalos, esas expresiones de sorpresa que todos pusimos (o ponemos o pondremos) al abrir nuestro regalo, como olvidar la mia, la vez de cuando niño, me regalaron una chamarra color roja cuando yo lo que esperaba era un juguete, desde esa edad, la humanidad ya apestaba para mi. 


Hay regalos para todo tipo, únicos e invaluables Como la vez que en la secundaria, mi amigo Antonio Molinero (el mejor que tuve en ese periodo) tuvo a bien regalarme un cassette negro, con una etiqueta que decia "Beatles Navideños", dicha joya contenia mensajes navideños por todos y cada uno de los Beatles dirigida a los fans, tambien incluia villancicos clasicos como "Jingle Bells" y "Rudolph The rednosed reender", una extraña version de "Nowhere Man" tocada con ukulele y un cover de "Yesterday" al cual suprimieron la palabra Yesterday por "Christmas Time", incluia tambièn un poema de Jonh y Yoko en fin, una joya en audiocasette, que solo se podia conseguir en aquellas grabaciones pirata que se encontraban en Tepito, (Estarás de acuerdo que hace falta mas que amor a los Beatles, para meterte en estas fechas, dentro del barrio bravo de Tepisur). Ese si fue un regalo de antologìa.


Sea como sea que celebres estas fechas, que todo este tiempo, seas autentico como a lo largo de este año, que las máscaras queden fuera apartir de este momento y en todo lo que nos depare este 2018 ya que si por si las dudas se acabase el mundo en el siguiente año, no te quede ni un gramo de cargo de consiencia, porque para eso no habra ni un spot ideado por televisa que te libre de ello... y por lo menos este año, regalen algo bueno...

sábado, 21 de octubre de 2017

Cosas que uno aprende de las bisabuelas

Cosas que uno nunca olvida de las Bisabuelas:

Cuando mi Yo mocoso infantil se mostraba mezquino, ruin o envidioso con mi hermana, primos o amiguitos, mi bis abuelita "Tita" siempre me contaba una historia sobre un negrito pobre. El relato consistía en que ese negrito antes de que cerraran la iglesia, él iba al altar a remojar su pan con el aceite de la unción, cosa que al capellán no le causaba gracia y lo corría palos de ahí. Así transcurrían los días hasta que en una ocasión por razones que ya no recuerdo (tenía como 5 años cuando me contaban ese cuento) el negris pudo ayudar al capellán en un problema fuertísimo y con ayuda del poderosisimo Ángel Miguel, pudo apoyar al ojete capellán y este al darse cuenta de la humildad del negrito pues le compartía el aceite para que contento remojara su pan a la sombra de la imagen del ángel Miguel.

Recuerdo que escuchar aquel cuento siempre hacía de mí una Magdalena infantil, pero compartida. Luego. Con el tiempo entendí que ni Marx ni Engels ni Mao me adoctrinaron tanto en el comunismo como lo hizo mi bis abuelita  y su historia del pan con aceite.

Así que ya lo saben: compártanlo todo y con quien sea, siempre. Pero si insisten en ser unos pinches egoístas agarrados, entonces acepten de mí unos enormes y deliciosos huevos servidos con una generosa guarnición de mentadas de madre. Y no hay pex, ¡yo invito!.

lunes, 23 de enero de 2017

Chaquetas Mentales... y manuales.

La otra vez leí un artículo que una amiga me mando llamado “Tetas y chistes machistas: el asqueroso mundo de los grupos de WhatsApp de tíos”. Mi amiga me lo envió para conocer mi elegante y fina opinión y para conocer más sobre este asunto, pues resulta que en una de ésas encontró a su novio «revisando» la imagen de una tetona que le habían enviado sus amiguitos, y ella, claro, se sacó de onda bien cañón. Cabe mencionar que casi no tengo amigos varones con los que puedo hablar honestamente del tema y los que tengo los cuento con los dedos de la mano de un manco, porque sí, porque también me caga la mayoría de los hombres. Así que procuro no estar en grupitos pendejos donde se comparten infinitas cantidades de estupideces, ni tampoco soy uno de esos usuarios que viven con la cabeza gacha y fija en la pinche pantallita más que pal Candy Crush. Razones existen muchas. 

Se sabe que la tecnología nos ha rebasado. Que, contrario a lo que dice Bolter, las aplicaciones tecnológicas finalmente nos están manejando y no nosotros a ellas. Así también, este «contracultural uso» que hacemos de las tecnologías, ha contribuido al deterioro irreversible de la comunicación; queremos decir todo y nada con emoticones. Queremos, con el afán de ser inmediatos, sintetizar la palabra «que» por «k» o «q», o la «x» por «por», y por supuesto hacemos como si los acentos ni la puntuación importaran, como si fueran de chocolate, porque al cabo «sí me entendiste, ¿no?» Y pues la verdad y rindiéndole honores a la inmediatez, que los entienda y descifre su chingadamadre, porque yo ya me cansé, la neta.

Y sí, vale, entiendo que el lenguaje tiene que «sufrir» adaptaciones implícitas por la época. Pero sinceramente me cuesta mucho trabajo imaginar mi obituario escrito con monitos y otras pendejadas. Y ni qué decir de mi eterna epígrafe. 

Qué onda con esa pinche necesidad de estar en compañía permanente. Sí, ya sé que desde siempre ha existido. Desde que nuestros tatatatatarabuelos los simios, se dieron cuenta que estando en equipo eran más letales, más efectivos, hasta que la modernidad impuso a la radio, luego a la tele y finalmente al internet, como excelentes compañías ante una ahogante soledad colectiva. Aún así insisto en que los «dispositivos» no son la razón de esta disfunción social. No nos interesa qué dice, padece o siente el, porque desde nuestro centro «parece» que no es para tanto y además, qué nos importa… Sí, podemos ser patéticos hasta el infinito, pero nunca solos, nunca como ese árbol que caen en medio de nada y nadie lo escucha. Así, en este afán de -no estar solos- nos relacionamos con los otros publicando lo que comen, su situación sentimental, o pendejadas vacías y sin sentido, más bien les presentamos un “yo soy así” versión editada. Así como en las «selfies», donde presumimos el culo, los bíceps, nuestra presencia en alguna de las siete maravillas del mundo o en el gym, goooei, etcétera, manejando de forma inconsciente la retórica, estética y sintaxis, para construir un mensaje visual que le comunique al otro lo que creemos que somos. Aunque eso yo más bien lo asumo como el ápice de la deconstrucción. Y exactamente sucede lo mismo con las conversaciones de texto. Me apuntaba un cuate la otra vez diciendo que me equivocaba de red social, y me recomendaba otras. No, estoy aquí por gusto, porque realmente los conozco y sé cómo pueden llegar a ser tan sólo en lo que se lee y se ve de ustedes.

El otro asunto: el porno, los hombres y la tecnología. 

Hoy puedo agradecer infinitamente haber sido educado por lobos, así, igual que Mowgli. Lobos adultos que infringieron mi cortedad mostrándome que el camino correcto, efectivo y más satisfactorio, aunque a veces siempre me di mi tiempo para conocer lo “prohibido”, lo “desconocido”. 

No podré negar que mis púberes chaquetas fueron satisfactorias y experimentales antes de lanzarme a las ligas mayores, ya conforme pasa el tiempo te das cuenta que el pensamiento «mis ojos gozan, pero mi pito sufre» ya no lo es todo. Así que siempre me incliné por la acción, o sea que si alguien me gustaba, se lo decía y que sea lo que el diablo tiente. Porque eso de sólo mirar lo uso para las fotos, los dibujos y los cuentos, y no como los seres menores para construir con ello las más torcidas puñetas. Porque para la mayoría, la vista y el ver son asuntos de la normalidad, y lo más cagantemente absurdo es que apelan a que «la vista es natural». Sí como no, ya me imagino a rebatiéndoles a Goethe y a Aristóteles, ese asunto de que la mirada no es absolutamente invasiva, transgresora y embarazadora. 

No por nada mi abuela me contaba que su mamá le decía que no mirara a los charros, porque esos hombres eran capaces de embarazarla con la simple vista. Sí, muchas veces el mirar se puede asumir como una forma de control, de poder y dominación (pregúntenle a mi jefecita, capaz de mantener quieta a la cobra más venenosa con tan solo verla y decirle: “En la casa hablamos”.)

Así como pasa con los animales silvestres (y que conste que no me estoy refiriendo a la mayoría de los señores), por ejemplo. Entonces, si la industria pornográfica ha gozado de un éxito increíble se debe al vacío del hombre que la ocupa para auto satisfacerse y a su poca capacidad de socializar e intimar con alguna chica. Y no estoy únicamente hablando del hombre promedio, porque aunque soy el «mamon», sí he tenido contacto con hombres que van desde el albañil que se orina en botellas de refresco y se aplaude a sí mismo por su acto tan simpático, hasta el docente de doctorado que hace «casting» para escoger a la más bella y sabrosa asistente. Sí. Cuando para mí, el cine alternativo (porno pa los cuates), puede ser utilizado para avivar la flámita en pareja y sacar uno que otro bajo instinto con ella, o ya si de plano tienes una mujer más fría que el témpano asesino del Titanic, y más cerrada que la opinión de una monja, pues fantasea un poco tú solo.

Así pues, y con terror absoluto de ser desterrado para siempre del club de Toby, vomito sin pena alguna sobre mi propio género, y me niego a ser considerado parte de estos seres tan simples, básicos, urgidos, primitivos y pendejos. 

Ya lo saben: a mí no me manden fotitos de encueradas ni mensajitos complejos que dicen nada. Mejor háganle como Blondie y su canción «Call me». Bays!