miércoles, 7 de noviembre de 2018

Día de muertos

Cada año 2 de noviembre, Día de muertos, me pongo huraño y melancólico. Parte por mi historia personal, parte por tanto dolor e injusticia que veo en este mundo. Trato de desterrar los pensamientos tristes y lúgubres de mi mente, para que no inunden mi alma, y concentrarme en otras cosas que sean útiles para mi y para mi causa, pero a veces no es del todo posible. Entiendo que la muerte es un proceso natural, y que forma parte esencial del ciclo de la vida, pero, en mi humana condición, el tener esa consciencia de ella no hace mas pasajera la experiencia.

A veces quisiera volver atrás y revivir ciertos momentos, para atesorarlos mas; a veces quisiera tener mas cerca a las personas que amo, y en ocasiones no se como evitar perderme en mi mundo interno para estar mas presente en el aquí y el ahora. A veces lloro de tristeza al recordar a aquellas personas que ya se han ido, y a veces lloro de furia e impotencia por este mundo que quisiera cambiar. No lloro todo el tiempo. He aprendido a reír aun en medio de la desgracia; pero a veces, cuando tengo pluma y hoja frente a mi, o una computadora, y comienzo a plasmar lo que pienso y siento, imágenes vividas acuden a mi, y me incendian los ojos. Las lágrimas son necesarias para apagar ese fuego.

No puedo celebrar la muerte como buen creyente pero puedo disfrutar del colorido de las catrinas y las ofrendas. No quiero visitar panteones, ni asistir disfrazado a fiestas. Mis fantasmas y mis muertos  viven en mi corazón. Prefiero llevarles conmigo a llevarles flores. Prefiero rendirles homenaje mediante mis letras, para que de esa forma nunca se vayan, y de alguna forma nunca mueran. Confió en que sabrán entender mis ausencias, así como han sabido perdonar mis errores. Confió en que saben porque hago lo que hago, y se que siempre me acompañan. Me gusta creer que tengo su bendición.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Mudanzas Personales


Me gustan los cambios. Creo que siempre intuí que los cambios eran lo mío, desde joven. Por eso cambio mi blog seguido. Doy a notar mis estados de CaraLibro seguido, otras  veces lo abandono. Por eso cambio mi lista de canciones del iPod muy seguido. Por eso me quito la barba, me dejo la barba, (como si me creciera de a madres). Cambio mi colchón, la mesa de lugar, la cama de mis perrihijas. Fui al GYM, deje de ir, siempre pensé que moverse es bueno. Moverse es pura sopa de pollo para el alma. Establecer las mudanzas personales que necesita el espíritu para seguir adelante. Poner las cosas en una caja. Cerrar la caja. Mover la caja. Abrir la caja en un sitio nuevo.  Son las mismas cosas en una caja. Pero se han movido. El cambio ha sucedido. Las cosas son diferentes. Y eso nos enseña, en el mejor tono Einsteiniano, que el pedo es relativo. 

Aquellos CD´s  de tus veintitantos significa otra cosa a tus treinta y tantos. Aquella rola de aquel disco en el CD player de tu primer auto significa otra cosa en el iPod ahora, apareciendo en el shuffle un dia cualquiera. Avanzar a la siguiente casilla. Matar a un boss y pasar al siguiente nivel. Dejar que salgan las canas, a veces te las arrancas. Dejar por la paz a tu ex. Dejar por la paz al idiota que te lastimó, en vivo y a todo color, sí en tu mente. Dejar por la paz la música que frecuentas, las películas que frecuentas, los libros que frecuentas. Buscar lo nuevo, tratar de ser siempre un contemporáneo. Se vale volver a lo antiguo, pero desde una perspectiva nueva. La música por muy vieja que sea siempre tendrá un significado nuevo, con más fuerza, o simplemente te regresará a épocas doradas.

Cambiar y moverse renueva nuestra mente, alivia nuestra alma. Le da alas a nuestros ojos. Vemos ángulos insospechados, colores nuevos. El cambio no es sólo entretenimiento. Yo intuí ello durante años, luego leí sobre budismo a fines de los noventa y entendí, por el principio de la impermanencia, que todo pasa. Lo que creemos que va a durar para siempre no va a durar para siempre.

Me divirtió esta semana pensar en todas nuestras preocupaciones humanas: pasar al cajero para sacar dinero para el súper, narcos vs policías en las noticias, el bache que lleva mes y medio sin arreglarse en la avenida, hacer fila para la verificación del auto. Y pensé en este lugar en diez años, en cincuenta, en doscientos, en mil, en un millón. Nada de lo que está aquí va a estar en un millón de años. Quizá los popotes mata tortugas si y algún proyecto mamón de la NASA. Pero eso también se irá. Porque nada se sostiene para siempre. Todo muere, todo acaba. Tu puta relación codependiente. Tu jefe y sus actitudes mamonas. Los chilaquiles de tu suegra. Tus miles de seguidores en Twitter o Facebook. Todo se va, todos nos vamos. Lo cual es chingón. Nada va a permanecer y al mismo tiempo, de nuevo, ser tu propio contemporáneo. Digo, es noble y necesario ahorrar y planear el pedo, pero no se puede perder la vida en eso. Tampoco en sueños idiotas, claro. 

Ya ven lo que dice el maestro Yoda: “Toda su vida ha desviado la mirada ... hacia el futuro, hacia el horizonte. Nunca su mente estaba donde estaba”.Estar presente. Aquí. Ahora. La presencia, sí, la presencia es la materia prima del cambio.

jueves, 12 de julio de 2018

Crónica de un votante esperanzado

Pase lo que pase cuando tengo algo que hacer, me levanto tempra y ese 2 de julio no fue la excepción. 

La diferencia es que quería votar a las 8 de la mañana y, como mi casilla electoral tenia una dirección del pleistoceno, esto implicaba más minutos de traslado, así que la desmadrugada me iba perfecto. Cuando llegué a la dirección de mi casilla, mi siguiente contrariedad fue descubrir en cuál de las filas en que estaba dividida esa sección me tocaba. Pasaron de 10, 30 minutos y, para controlar mis ansias autistas, saqué mi lado más zen y me puse a mirar a la gente. Primero pasó un honorable miembro del escuadrón de la muerte que, mientras con una mano sostenía su pantalón de la cintura para que no se le cayera, la otra mano la levantaba en alto al mismo tiempo que gritaba «méjico, méjico...» Después llegaron dos viejitas que, gracias a las instrucciones de una chica que estaba formada antes que yo, se enteraron que mi fila era su fila. Después llegó un señor que, por su olor, quedaba en evidencia de que traía «la cruz encima», y mientras yo me debatía en lo envidiable de su caso, pues yo si fui víctima de la ley seca, otra vez la chica le preguntó qué cuál era su apellido. El señor le dijo que Lopez, y ella le dijo que sí, que nuestra fila era su fila. Justo en ese momento mi detector de cosas extrañas fijó la atención en esta chica. ¿Por qué o para qué les pregunta?, demasiada atención y altruismo, jummm...  La chica traía una mochilita -ya muy usada- con el logotipo del partido verde. Sus zapatos estaban muy viejos, sucios de uso y algo rotitos. Y así el resto de su ropa. Confieso con absoluta vergüenza que me dejé llevar por mis prejuicios pendejos, y supuse que la chica era una mapache, una de esas personas que compran votos y que organizan a sus cómplices. Focos rojos. Y justo cuando la iba a cuestionar, recibió una llamada que yo creo que nunca se me va a olvidar. «¿Bueno?... Sí, yo ya estoy formada desde las 8, pero éstos todavía no abren, ¿tú qué?... Ay manita, pues yo no sé si me va dar tiempo, ya es bien tarde... ¡no no no, tú sí ven a votar, por quien quieras, pero por favor ven!...

Y pues eso, que no me quedó de otra que contener mi autodesprecio y mis ganas de llorar, y le pregunté que porqué no le iba a dar tiempo. Tengo que ir a trabajar, me dijo. ¿Y sí llegas tarde?, le propuse. Ella simplemente movió en negación su cabeza, al mismo tiempo que su cara mostraba tristeza y preocupación. ¿Y por qué no les dices a los de la fila que te den chance de pasar primero?, ahora le propuso el señor que venía crudo, y moción que fue aprobada y aplicada por el par de viejitas. Y así pasó. Cuando la chica salió de la casilla lo hizo con una inmensa alegría en su rostro, nos miró a todos y se fue corriendo. 

Entonces entendí que yo no iba a votar por un candidato o por un partido. Que mi voto iba por toda esa gente, por mis amigos y familiares que desde siempre, pese a estar asfixiados de una u otra forma por este Sistema, deseamos que las cosas cambien y que además nunca nos rendiremos para que así sea.


viernes, 4 de mayo de 2018

Justo en la memoria

Lo conocí en una fiesta en la casa de un vato que tenía en Cuernavaca. estaba leyendo un libro grande y grueso y de vez en vez levantaba la mirada para saludar a alguien o para decir que una canción era buenísima. Y verlo ahí, sentado en un rincón de la fiesta en medio de rock, chelas y una piscina que parecía un aljibe de miados, primero me hizo pensar que era pura farolada pero el tiempo pasaba y él seguía ahí, aislado igual. Cuando empezaba a amanecer, no pude con mi curiosidad y ebriedad y me acerqué a él, le pregunté que qué mierda estaba haciendo y le dije que si tenía tarea se hubiera quedado en su casa. Él levantó la cara como si nada y me dijo que tenía que resolver una ecuación. Yo eché un ojo al libro y vi puros números. 
—Estudias matemáticas?, le pregunté. 
—No, sólo me gustan los números, me dijo. 
—Y puedes estudiar aquí en medio de este puto desmadre?, lo volví a interrogar. 
—Por supuesto que me cuesta mucho trabajo, pero le prometí a Angelica que vendría a su fiesta, me respondió. 
—Oh Ya... y pues yo creo que esto ya valió madre, vamos a ir a desayunar, ¿quieres venir? Me llamo Julio...

Angelica era una amiga en comun que teníamos, así que algún momento le pregunté por aquel chico. 
—¿Quién? 
—El wey ese que se la pasó en un rincón, tenía un nombre raro... 
—Ahhh, sí sí... dice que su nombre es hebreo, va en ingeniería y a veces se aparece en las fiestas así nomás, y sí, es raro. Me respondió.

Despues de esa bacanal, siempre me lo encontraba en las fiestas y siempre con un libro:
—Y ahora que lees? Le pregunté.
—A Lovecraft ¿lo has leído? 
—Ahuevo, es de mis favoritos. El domingo quieres ir al cine con nosotros? 
—Sí, vamos. Esa rola es buenísima es de Rage Against The Machine?... 

Así pasamos de las fiestas al cine y luego a reuniones más privadas, hasta que la vida hizo lo suyo y nos comenzamos a distanciar. No lo había mencionado pero lo consideré uno de mis mejores amigos y compañía en ese tiempo. 

Años después me encontré con un amigo de esos tiempos y le pregunté por él. 
—¿No supiste? 
—No, qué. 
—Estuvo en el manicure (manicomio). 
—Ah no mames!, ¿por qué? 
—Dicen que un día entró a un Oxxo y que comenzó a tomar cosas y se salió sin pagar. Obviamente le llamaron a la patrulla, pero él estaba en el alucine de que todas las cosas eran suyas, o sea todas: las papitas, las galletas, las estrellas, el sol, la luna o las estrellas... todo era de él.
—Que mal pedo!. Fue lo último.

El lunes pasado en el metro, antes de cruzar los torniquetes, escuché que alguien gritaba mi nombre. Giré para ver quién me llamaba, pero no pude distinguir a nadie, así que me di la vuelta entonces estaba frente a mí. 

—Qué onda, para dónde vas. Me preguntó sonriente
—Amm hola! voy a Marina Nacional por algo de la chamba y ¿tú?. (Me costó trabajo digerir lo que veía)
—Yo también, voy al jale.

Era él. Pese a los años estaba idéntico. Sí una que otra cana por ahí en su todavía cabello largo. Vestía ropa que parecía le quedaba grande, de a cholo y además estaba sucia. Era naranja, el color del departamento de limpia de la CDMX. 
Le pregunté si traía boleto y de inmediato sacó un gafete de su mochila sucia y se lo mostró al policía. 
—Son las ventajas de trabajar para el gobierno, me dijo. 

Ambos subimos al mismo vagón del metro y durante 4 estaciones hablamos de todo y cualquier cosa como si los años nunca hubieran pasado, hasta que me dijo: 
—Aquí bajo. Y pues la verdad yo creo que nunca más nos volveremos a ver. Cuídate».

Y pues si la verdad, es que después de ese día mi cordura se cuestiona las palabras finales de nuestra conversación. Por cierto el se llama Glosbe, que en hebreo significa «Olvido»...

domingo, 22 de abril de 2018

Historias de Lavadero (Debate2018)

Una señora, una de esas que no sale de su casa sin antes tomar un baño en crema nivea, llega al mercado. En su paso hacia el local donde venden las veladoras para atraer la fortuna y otras “bendiciones”, observa minuciosamente a toda la gente. De arriba a abajo, sus ojos juzgan los harapos del yerbero, hasta que se posan en una mancha de mole negro, y le dice sin dejar mirar la mancha:

«me llevo dos veladoras de san ricardo, un paquetito de semillas de millonaria -pero de las buenas, porque las que me llevé el fin pasado no han tenido efecto-, Y… ¿ya vio usté a la liiiceeenciiiaaadaaa?, quién sabe cómo le hace para traer ese carrazo, de seguro es puta la pinche vieja».

 Don Concho, acostumbrado al chismarajo, recibe el pago, hace caso omiso y le da la espalda a la vieja y el frente a la pequeña tele donde están pasando las luchas, deja salir un «auch» y se soba el lomo como si el golpe televisado lo hubiera recibido él. Busca el cambio de la señora, cuenta una, dos y tres monedas, se rasca la cola y le entrega la morraya a la pinche vieja -perdón, a la señito-. 

—Aquí tiene. Nomás no se olvide de prender las veladoras cuando haya luna llena y en domingo. 

Le dice el viejo marrano -perdón de nuevo, el don-. La señora no dice nada, guarda sus chingaderas en una bolsa muy bonita que su hija le trajo de Acapulco, y da la vuelta, eso sí, no sin antes echar otra escaneada general y encender su sistema «escuchotodo». En su trayecto a la carnicería se topa con las hermanitas “Caridad y Esperanza”:

—Buuueeenas taaardes, amiga. ¿A poco ya hicistes el mandado?, ¿taaan rápido?, no nos cuentes que vas a tener fiesta, amiga. ¿Por eso tan buapa? Ay amigas, qué va a ser. Lo que pasa es que hoy viene mi marido a comer con unos licenciados que le andan arreglando unos asuntitos y pues… hay que verse muy decentes… No como la licenciadaaaaa… 

Dice señalando con los ojos a la misma mujer, a esa del carrazo y que ahora está hablando con el carnicero de los motivos del alza de los precios. Y, las hermanitas, echando mano a su tradición milenaria de chismosas, abren los ojos como platos, para luego hacer una mueca y decir ¡dios mío! Mientras, las hermanitas terror se quedan a medio pasillo estorbando -como es su costumbre y para lo único que son buenas- al mismo tiempo que congregan a otras señoras y se informen unas a otras de los últimos sucesos de la colonia… Ah, pero son interrumpidas por el Chicles y su diablito fórmula 1. Ora ora, ábranlaaaaaa, ahí les vaaaaaaa, shiiiifff shiiiifff shiiiifff… Dicen que el Chicles llegó desde el Estado de México, persiguiendo el vicio…  es un muchachito adicto a las monas, principalmente a las de guayaba, que trabaja cargando bultos y rifándose uno que otro tirito aunque siempre pierda. 

*Nota, cualquier parecido con el debate de hoy es pura coincidencia.

miércoles, 10 de enero de 2018

Y donde están los indígenas?

Platicando con una amiga española en esas esclavizantes redes sociales, surgió en ella una pregunta:

-Verdad que en México los ricos son los blancos?

Tras unos segundos de estupefacción, y en lo que me caminaba el hámster hacía una profunda reflexión dije que sí pues. Ahora cada vez que pienso en el mexicano rico, se proyecta en mi mente una persona blanca. 

Un amigo frances que estudia aquí en la CiDi MX se cambió del Tec de Monterrey a la Universidad Iberoamericana 

-qué tal la Ibero Evans?- le pregunté

- Bien, muy interesante pero súpeeer fresa. 

- No maaaaa, más que el Tec?

- Pfff, muchísimo más Julius. Jamás había visto tantos mexicanos weritos en el mismo lugar. ¿Dónde están los indígenas?

La última pregunta dio en el clavo. Es precisamente esa la que hay que plantearse. ¿Dónde están los indígenas? ¿Por qué la educación en un país indígena y mestizo como México, se ha establecido como un privilegio de las élites blancas? ¿Por qué los CEO's, conductores estrella de televisión e incluso rectores de la UNAM no han tenido otro color de piel? ¿Por qué ellos sí y nosotros no? 

Parafraseando un poco el libro "¿Nos movemos? La movilidad social en México", se afirma que  a lo largo del tiempo, los ricos siguen siendo ricos, los pobres, pobres y la pertenencia a alguna de dichas clases sociales es desgraciadamente hereditaria. El hijo de un obrero tiene un miserable mínimo de probabilidades de convertirse en profesionista “exitoso” y tiene que recurrir a modos críticos para sobresalir, endeudarse con préstamos, hipotecas, y asociaciones que lo harán socio minoritario para sobresalir, Nacer en la pobreza significa -en la mayor parte de los casos- morir en ella y sumado de esa gente blanca que vota por el PRI y así ponerle más clavos al Ataúd, pos pior!.

Si las cosas se fueron dando de la misma manera, generación tras generación desde la conquista, eso significa que seguimos -hasta cierto punto- colonizados por las mismas familias de ese entonces. Chale!.

viernes, 5 de enero de 2018

Yo ví a los reyes magos...

No eran tres, sino dos, y eran los mejores Magos que e visto en mi vida! Se las arreglaban para que siempre hubiera algo en los zapatos de mi hermana y el mío, lo mínimo, lo que fuese!.

Aunque nuestros deseos fueran caros e irreales, ellos se las arreglaban para que apareciera algo para nosotros. Al fin Magos!

Nunca, nunca he podido, ni podré olvidar a estos dos Reyes Magos!. Al tercero nunca lo vi, pero seguro que lo dejaban cuidando al camello, al elefante, y al caballo!. 

En esta etapa de mi vida solo puedo escribir lo siguiente:

*Queridos Reyes Magos!!!*
Gracias por darle magia, diversión y alegria a mi infancia. Gracias por el esfuerzo que hicieron para que despertáramos felices. Gracias porque ahora me toca compartir esa magia. Y claro porque cuando les cuento lo que piden mis hijos, ustedes con esa sonrisa me dicen: *No que los Reyes Magos eran codos?*
 
Que lindo es sentir esa ilusión y felicidad que despiertan esas cartitas que inician con la frase:

*Queridos Reyes Magos!!!*

Y tal vez, solo tal vez, dentro de unos años, me tocará recibir esos besos, esas bendiciones, y esos agradecimientos que hoy ofrendó a sus vidas mis queridos papis magos!.

Feliz noche para los Reyes de hoy! 
Para los Reyes de ayer!
Y para los Reyes del futuro!
Porque no hay mejor Reino que el Mágico! El de las ilusiones. Ni mejores Reyes que los me tocaron!!!

miércoles, 3 de enero de 2018

Puto el que no sea Puto.

Mañana voy a gritar “PUTO” en un estadio con mis hijos porque con ello nos hemos reído y disfrutado alcanzando una identidad nacional SIN ofender a nadie por su preferencia sexual. 


Ser puto es inevitable. 

Va más allá de la FIFA. 

Le llamamos puto por cariño a nuestro mejor amigo.

Le decimos puto por coraje al que pretende robarnos a una mujer. 

Le gritamos puto al que nos hace enojar. 

Nos burlamos del puto al que le da miedo. 

Nos reímos confesando que nos vimos muy putos cuando no nos atrevimos a hacer algo. 

Es puto el que no canta y baila la rola de Molotov. Es puto el que tiene suerte. 

Puto el que nos gana. 

Puto el que lo lee. 

En México todos somos putos, aunque sea en una de sus acepciones.


Puto es sinónimo de lo que el mexicano quiera. Es el equivalente a güey pero con más confianza o más enojo. Lo usamos diario, tanto que para la FIFA somos homofóbicos hasta con las cosas. Puto teléfono, puto carro, puto control, puto balón. También con los imponderables. Puto sol, puto tráfico, puto granizo, puto desmadre. Está arraigado en nuestra cultura. Lo decimos sin pensar en un hombre besando a otro. Es más, a ellos no se los decimos, al menos no en su cara porque se nos ha educado para ser respetuosos cuando detectamos a un gay entre nosotros. Salvo que sea nuestro amigo, porque entonces cabe el decirle puto, y es posible que él también nos diga puto sin que ello implique la posibilidad de acabar en la cama. 


Vivimos en un país de putos.


El futbol debe estar libre de putos. De los putos protocolos que pretenden convertir el estadio en un Centro De reprensión. De los putos que se dan golpes de pecho juzgando el comportamiento de una sociedad en un estadio. Si se prohibe decir puto, se tendría que prohibir la difamación que para el árbitro significa ser culero o ratero. También debería castigarse cuando se exige la salida de un técnico en un linchamiento público. Tendrían que prohibirse los apodos. No más negros, hobbits y piojos. No mas putas wilas del América vs. las putas chicas del Guadalacaca.


Si le hacemos caso a la FIFA, el futbol tendría que estar prohibido. El Mundial segrega y fomenta el nacionalismo. Miles de turistas viajan esperando que su puto país se chingue al otro. Las porras contienen violencia. Las de los mexicanos que gritábamos donde están los putos brasileños que nos iban a ganar Los brasileños presumen superioridad y provocan depresión en otros al mostrar la Copa del Mundo. No hace falta competir. Estemos en paz sin enfrentarnos. Dejemos de jugar porque eso genera que perdamos el estilo.

No defiendo el grito de puto, que de tan repetitivo me ha terminado por parecer un puto chiste gastado. Defiendo la libertad del aficionado mientras sea inocente. El puto no es un plátano lanzado a una persona de color para hacerle ver que es un chango. El puto es el modo en que el mexicano se expresa. Para saludar, para burlarse, para reír y para desafiar. Si la FIFA y el puto Blatter escuchan eso y se imaginan con cara de horror a dos hombres teniendo sexo, es que no entienden que en México ser puto es inevitable.


Gracias puto Javier Cacho.

El Diablo Tiene Nombre


¿El diablo?

—Sí, el diablo

—¿Quién es el diablo?

—Es un ser malo que castiga a los que se portan mal. Es barbón y feo. Tiene cuernos y patas de cabra. Y huele a azufre.

—Yo nunca he olido el azufre. ¿Huele feo?

—Si! Fuchila!.. No quieras verlo. Es terrible.

—Pero… no entiendo; si es malo, debería premiar el mal, ¿no? ¿Por qué habría de castigarlo?

—Porque así es. Así que más vale que no digas mentiras. Y vete a jugar o algo, porque estoy muy ocupada…


Tenía como 8 años y como que la explicación de la abuela no me ayudo en absoluto, luego de meditarlo un poco tomé una decisión muy cabrona: esa misma noche, iba a atrapar al diablo. Eso de atrapar al diablo no sonaba como a cazar mariposas, y miren que cazar mariposas no es tan fácil como lo dibujan en los libros.Las mariposas son desconfiadas. Supuse que el diablo también lo era, y que no se dejaría atrapar tan fácil.

La primera noche ayudado por las pelis de “mi pobre angelito” extendí papel de china y dispuse hotwheels y piezas de Mecano alrededor de la cama. Mi cuarto tenía 1 ventana, así que no habría manera de que nadie entrara a jalarme nada sin tropezar o sin que yo lo notara. 


La segunda noche, añadí un cobertizo improvisado con una sábana, y dispuse uno de esos adornos con tubitos de metal que algunas personas cuelgan en sus casas para que suenen con el viento por si acaso se le ocurría llegar volando. Luego supe que a esas cosas les dicen «llama-ángeles» —tenía a mi madre histérica y enojada preguntando por él en la mañana—, así que deduje que mi jefa encanijada podría asustarlo en vez de atraerlo. Para la quinta o sexta noche, mi cuarto parecía un puesto de mercado. Pero nada sucedía.


Luego de una semana pensé que quizá lo que estaba fallando era la carnada. Claro!. La abuela dijo que vendria por los mentirosos. Entonces me propuse mejorar y aumentar mis mentiras. Comencé a mentir al teléfono, diciendo que la gente no estaba cuando en realidad sí. Les mentí a mi maestra sobre lo que pasaba en mi casa, y a mi familia sobre lo que me pasaba en la escuela. Mentía diciendo que había visto cucarachas en la alacena, ratas detrás del refrigerador, y abejas en la zotehuela. Pero no apareció nada.


Estaba a punto de tirar la toalla, cuando una mañana en la escuela, llego un tipo que escribia cuentos de la República de Argentina (promocionado por la SEP), Era un viejo medio alto, gordo, barbón, y traía un morral negro y un suéter rojo. A esa edad que tenia no sabia a qué huele el azufre, pero sin duda él olía a eso:

—¿Tú eres el diablo?

—Sí, muy seguido…

—¿Y vas a jalarme las patas en la noche si digo mentiras?

—Claro que no. Sólo los diablos tontos hacen eso. Los más viejos y sabios escribimos y contagiamos el gusto de nuestros pecados literarios a quien nos lea y los hacemos discípulos. Me llamo Javier Villafañe…