jueves, 12 de julio de 2018

Crónica de un votante esperanzado

Pase lo que pase cuando tengo algo que hacer, me levanto tempra y ese 2 de julio no fue la excepción. 

La diferencia es que quería votar a las 8 de la mañana y, como mi casilla electoral tenia una dirección del pleistoceno, esto implicaba más minutos de traslado, así que la desmadrugada me iba perfecto. Cuando llegué a la dirección de mi casilla, mi siguiente contrariedad fue descubrir en cuál de las filas en que estaba dividida esa sección me tocaba. Pasaron de 10, 30 minutos y, para controlar mis ansias autistas, saqué mi lado más zen y me puse a mirar a la gente. Primero pasó un honorable miembro del escuadrón de la muerte que, mientras con una mano sostenía su pantalón de la cintura para que no se le cayera, la otra mano la levantaba en alto al mismo tiempo que gritaba «méjico, méjico...» Después llegaron dos viejitas que, gracias a las instrucciones de una chica que estaba formada antes que yo, se enteraron que mi fila era su fila. Después llegó un señor que, por su olor, quedaba en evidencia de que traía «la cruz encima», y mientras yo me debatía en lo envidiable de su caso, pues yo si fui víctima de la ley seca, otra vez la chica le preguntó qué cuál era su apellido. El señor le dijo que Lopez, y ella le dijo que sí, que nuestra fila era su fila. Justo en ese momento mi detector de cosas extrañas fijó la atención en esta chica. ¿Por qué o para qué les pregunta?, demasiada atención y altruismo, jummm...  La chica traía una mochilita -ya muy usada- con el logotipo del partido verde. Sus zapatos estaban muy viejos, sucios de uso y algo rotitos. Y así el resto de su ropa. Confieso con absoluta vergüenza que me dejé llevar por mis prejuicios pendejos, y supuse que la chica era una mapache, una de esas personas que compran votos y que organizan a sus cómplices. Focos rojos. Y justo cuando la iba a cuestionar, recibió una llamada que yo creo que nunca se me va a olvidar. «¿Bueno?... Sí, yo ya estoy formada desde las 8, pero éstos todavía no abren, ¿tú qué?... Ay manita, pues yo no sé si me va dar tiempo, ya es bien tarde... ¡no no no, tú sí ven a votar, por quien quieras, pero por favor ven!...

Y pues eso, que no me quedó de otra que contener mi autodesprecio y mis ganas de llorar, y le pregunté que porqué no le iba a dar tiempo. Tengo que ir a trabajar, me dijo. ¿Y sí llegas tarde?, le propuse. Ella simplemente movió en negación su cabeza, al mismo tiempo que su cara mostraba tristeza y preocupación. ¿Y por qué no les dices a los de la fila que te den chance de pasar primero?, ahora le propuso el señor que venía crudo, y moción que fue aprobada y aplicada por el par de viejitas. Y así pasó. Cuando la chica salió de la casilla lo hizo con una inmensa alegría en su rostro, nos miró a todos y se fue corriendo. 

Entonces entendí que yo no iba a votar por un candidato o por un partido. Que mi voto iba por toda esa gente, por mis amigos y familiares que desde siempre, pese a estar asfixiados de una u otra forma por este Sistema, deseamos que las cosas cambien y que además nunca nos rendiremos para que así sea.