miércoles, 22 de agosto de 2018

Mudanzas Personales


Me gustan los cambios. Creo que siempre intuí que los cambios eran lo mío, desde joven. Por eso cambio mi blog seguido. Doy a notar mis estados de CaraLibro seguido, otras  veces lo abandono. Por eso cambio mi lista de canciones del iPod muy seguido. Por eso me quito la barba, me dejo la barba, (como si me creciera de a madres). Cambio mi colchón, la mesa de lugar, la cama de mis perrihijas. Fui al GYM, deje de ir, siempre pensé que moverse es bueno. Moverse es pura sopa de pollo para el alma. Establecer las mudanzas personales que necesita el espíritu para seguir adelante. Poner las cosas en una caja. Cerrar la caja. Mover la caja. Abrir la caja en un sitio nuevo.  Son las mismas cosas en una caja. Pero se han movido. El cambio ha sucedido. Las cosas son diferentes. Y eso nos enseña, en el mejor tono Einsteiniano, que el pedo es relativo. 

Aquellos CD´s  de tus veintitantos significa otra cosa a tus treinta y tantos. Aquella rola de aquel disco en el CD player de tu primer auto significa otra cosa en el iPod ahora, apareciendo en el shuffle un dia cualquiera. Avanzar a la siguiente casilla. Matar a un boss y pasar al siguiente nivel. Dejar que salgan las canas, a veces te las arrancas. Dejar por la paz a tu ex. Dejar por la paz al idiota que te lastimó, en vivo y a todo color, sí en tu mente. Dejar por la paz la música que frecuentas, las películas que frecuentas, los libros que frecuentas. Buscar lo nuevo, tratar de ser siempre un contemporáneo. Se vale volver a lo antiguo, pero desde una perspectiva nueva. La música por muy vieja que sea siempre tendrá un significado nuevo, con más fuerza, o simplemente te regresará a épocas doradas.

Cambiar y moverse renueva nuestra mente, alivia nuestra alma. Le da alas a nuestros ojos. Vemos ángulos insospechados, colores nuevos. El cambio no es sólo entretenimiento. Yo intuí ello durante años, luego leí sobre budismo a fines de los noventa y entendí, por el principio de la impermanencia, que todo pasa. Lo que creemos que va a durar para siempre no va a durar para siempre.

Me divirtió esta semana pensar en todas nuestras preocupaciones humanas: pasar al cajero para sacar dinero para el súper, narcos vs policías en las noticias, el bache que lleva mes y medio sin arreglarse en la avenida, hacer fila para la verificación del auto. Y pensé en este lugar en diez años, en cincuenta, en doscientos, en mil, en un millón. Nada de lo que está aquí va a estar en un millón de años. Quizá los popotes mata tortugas si y algún proyecto mamón de la NASA. Pero eso también se irá. Porque nada se sostiene para siempre. Todo muere, todo acaba. Tu puta relación codependiente. Tu jefe y sus actitudes mamonas. Los chilaquiles de tu suegra. Tus miles de seguidores en Twitter o Facebook. Todo se va, todos nos vamos. Lo cual es chingón. Nada va a permanecer y al mismo tiempo, de nuevo, ser tu propio contemporáneo. Digo, es noble y necesario ahorrar y planear el pedo, pero no se puede perder la vida en eso. Tampoco en sueños idiotas, claro. 

Ya ven lo que dice el maestro Yoda: “Toda su vida ha desviado la mirada ... hacia el futuro, hacia el horizonte. Nunca su mente estaba donde estaba”.Estar presente. Aquí. Ahora. La presencia, sí, la presencia es la materia prima del cambio.