viernes, 30 de enero de 2015

El fin mágico del momento(microcuento).



Lo primero que vi al despertar fueron tus calzones. Ésos que tanto me gustan y lo sabes, sí, los que decoran perfecto el pliegue que se forma entre tus piernas y tus nalgas. Sí, los negros de encaje  y que siempre están sonrientes. Luego miré tus muslos, grandes y redondos como de luchador; capaces de matar o mínimo dejar inconsciente de un solo rodillazo a una vaca cualquiera.

Es bonito despertar así, viendo todo eso. Tomo tus tobillos, uno con cada mano. Con un dedo juego con tu tobillopulsera de bolitas:

-¿Bailamos?, pregunto.
-Pendejo- contestas. -
Ya me voy- me dices. 
-Que te vaya bien- te contesto. 
-Me voy para siempre. 
-Siempre es una palabra horrible- te digo.
-Estaba esperando que despertaras para decirte, pero veo que te da igual. 
-Nunca me ha gustado ir en contra de los deseos de la gente y lo sabes: si se quieren quedar, que se queden; si se quieren ir, que me lleven. 
-¿Ves? tú y tus pendejadas- me gritaste. 
-¿Mis pendejadas? Yo no soy el que sale a chupar con sus amigos por horas en la banqueta a platicar de nada, a presumir la moda, a platicar de cosas imaginarias con monosílabos y frases cortas, por cierto, ¿cómo lo hacen?, ¿han pensado que podrían inventar un nuevo idioma? No son reclamos, son críticas.
-Eres un pinche intolerante, amargado y pendejo.

Mientras ocurre aquello, Tikys, mi perrita mágica, nos mira desde su cama. Levanta la cabeza cuando ella habla y la baja cuando yo contesto. Entiende que las cosas andan mal y que pronto tendrá un cambio de aires

-Al menos no soy yo quién pone pretextos físicos para evitar la intimidad. 
-!Pum! Me contesta con un portazo.

Cierro los ojos y me lavo la cara con tres lágrimas. Me saco un moco, lo veo, lo tomo entre el pulgar y el índice, y hago con él una bolita. Tikys, mi perrita mágica cree que la estoy llamando y se echa sobre mi pecho. Con una lamida en la cara me hace reír y le digo que pare. Ella, Tikys, mi perrita mágica me dice: 

-¿lo ves? no es tan malo. Vamos a estar bien. 

-¡No mames! ¡Hablas!.

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