Lo primero que vi al despertar fueron tus calzones. Ésos que tanto me gustan y
lo sabes, sí, los que decoran perfecto el pliegue que se forma entre tus
piernas y tus nalgas. Sí, los negros de encaje y que
siempre están sonrientes. Luego miré tus muslos, grandes y redondos como de
luchador; capaces de matar o mínimo dejar
inconsciente de un solo rodillazo a una vaca cualquiera.
Es bonito despertar así, viendo todo eso. Tomo tus tobillos, uno con cada mano. Con un dedo juego con tu tobillopulsera de bolitas:
-¿Bailamos?, pregunto.
-Pendejo- contestas. -Ya me voy- me dices.
Es bonito despertar así, viendo todo eso. Tomo tus tobillos, uno con cada mano. Con un dedo juego con tu tobillopulsera de bolitas:
-¿Bailamos?, pregunto.
-Pendejo- contestas. -Ya me voy- me dices.
-Que te vaya bien- te contesto.
-Me voy para siempre.
-Siempre es una palabra horrible- te digo.
-Estaba esperando que despertaras para decirte, pero veo que te da igual.
-Estaba esperando que despertaras para decirte, pero veo que te da igual.
-Nunca
me ha gustado ir en contra de los deseos de la gente y lo sabes: si se quieren
quedar, que se queden; si se quieren ir, que me lleven.
-¿Ves? tú y tus
pendejadas- me gritaste.
-¿Mis pendejadas? Yo no soy el que sale a chupar con sus amigos por horas en la banqueta a platicar
de nada, a presumir la moda, a platicar de cosas imaginarias con monosílabos
y frases cortas, por cierto, ¿cómo lo hacen?, ¿han pensado que podrían inventar
un nuevo idioma? No son reclamos, son críticas.
-Eres un pinche intolerante,
amargado y pendejo.
Mientras ocurre aquello, Tikys, mi perrita mágica, nos mira desde su cama. Levanta la cabeza cuando ella habla y la baja cuando yo contesto. Entiende que las cosas andan mal y que pronto tendrá un cambio de aires
Mientras ocurre aquello, Tikys, mi perrita mágica, nos mira desde su cama. Levanta la cabeza cuando ella habla y la baja cuando yo contesto. Entiende que las cosas andan mal y que pronto tendrá un cambio de aires
-Al menos no soy yo quién pone pretextos físicos para evitar la intimidad.
-!Pum! Me contesta con un
portazo.
Cierro los ojos y me lavo la cara con tres lágrimas. Me saco un moco, lo veo, lo tomo entre el pulgar y el índice, y hago con él una bolita. Tikys, mi perrita mágica cree que la estoy llamando y se echa sobre mi pecho. Con una lamida en la cara me hace reír y le digo que pare. Ella, Tikys, mi perrita mágica me dice:
Cierro los ojos y me lavo la cara con tres lágrimas. Me saco un moco, lo veo, lo tomo entre el pulgar y el índice, y hago con él una bolita. Tikys, mi perrita mágica cree que la estoy llamando y se echa sobre mi pecho. Con una lamida en la cara me hace reír y le digo que pare. Ella, Tikys, mi perrita mágica me dice:
-¿lo ves? no es tan malo. Vamos a estar bien.
-¡No mames! ¡Hablas!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario