Hablando de este genio, hace un gran esfuerzo por poner al día a Star Trek (revivir la franquicia,) y el wey se sale con la suya. No soy fan de Star Trek como los son y lo serán para siempre mis padres, pero este Remake de Abrams me hizo fan de esa legendaria saga.
Jamás he visto Lost ni la madre esa del aire que se convierte en gel (o eso me contaron, jeje), y Cloverfield me parece uno de los peores desperdicios de la década. Sin embargo, disfruté mucho Misión: imposible 3, Ame y disfrute el suspenso y la emoción infantil muy al estilo de Steven Spielberg con Super 8 y ahora, me divertí con Star Trek.
Súbitamente, los Beastie Boys, las madrizas en bares y las mujeres
verdes hiperchichonas forman parte de la mitología trekker (que no
trekkie, pues el término es peyorativo), Kirk ya no tiene man-boobs y
hasta parece que el vestuario de los tripulantes de la USS Enterprise fue
manufacturado con tela dri-fit del año chorrocientos mil. A ratos, sin
embargo, parece que la cinta se esfuerza demasiado por verse más sucia,
más ruda, hipster y a la moda. Por ejemplo, una pelea con pistolas de
rayos incluye sonidos que asemejan a balas golpeando con metal. Y una
rápida explicación (“¡el teletransportador está bloqueado!” o algo así)
permite que Abrams arme una secuencia muy espectacular de tres tipos
haciendo caída libre desde el espacio (WTF) para caer encima de la
plataforma de un supertaladro romuliano. Parece que hay una disposición a
deshacerse de algunos ñoñismos del pasado para atrapar a las nuevas
audiencias. Y de nuevo: Abrams lo logra, y vaya que la faena se antojaba
complicada, luego de la muy amarga carrera en el cine que
tradicionalmente tuvo Star Trek. Hace apenas unos años, la
serie parecía estar muerta, y ahora todos hablan ya de secuelas y un
futuro promisorio. Los fans, sedientos de una nueva película, han
aceptado la explicación del viaje en el tiempo y las dimensiones
paralelas –que supongo no les son ajenas– y han dejado que este reboot
entre suavemente en el cánon. Sabiamente, Abrams le ha dado un poco (¿o un mucho?) de lo que
quería el fan, y se ha armado de una nueva audiencia. Ayudaron eslogans
agresivos (“este no es el Star Trek de tus padres”) y los excelentes
tráilers. Definitivamente no es el Star Trek de
antaño, este es mucho más rápido y divertido. Sin embargo, con todo y
las madrizas a puño limpio y lo buena que está Uhura, lo nerd (¿o lo
ñoño?) asoma la cabeza. Supongo
que es una cuestión de estilos. Kirk y Spock metrosexuales, para mi
sorpresa, lo hacen bastante bien (mayor fue mi sorpresa con Spock,
interpretado por el ladrillo de Zachary Quinto). Uhura, ya lo dije, está
bien buena. Y el resto del crú tiene su personalidad bastante definida.
No puedo decir lo mismo del villano, Nero o Nerón (Eric Bana), quien
aunque tiene un GRAN motivo para vengarse (una supernova hizo popó su
planeta natal), nunca logra cuajar una escena empática o que en verdad
haga sentir que la Tierra está a punto de joderse porque él es un
reverendo hijo de la chingada. Pésimo villano. Desde el punto de vista del reboot de
la franquicia, este Star Trek es un gran avance. Con todo y el
tono hipstercito, las ñoñadas le quedan… lo cual supongo también viene
al caso. Después de todo, Star Trek es una de las grandes aportaciones de los nerds a la cultura universal. Con ese mismo entusiasmo espero el resurgimiento de Star Wars con nuevas emociones y nuevos fanses. Después de todo George Lucas confío en él para hacer el renacimiento de la franquicia.
Ah, y qué viejo está Leonard Nimoy. No mamen.
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